viernes, 12 de enero de 2018

Ahora: Debate sobre la actualidad del Comité Invisible

miércoles 17/01 a las 19:00 horas 
Introducen el debate Ignacio Castro, Víctor Berlín, Bruno Galindo y Esther Peñas


"Todas las razones están reunidas, pero no son las razones las que hacen las revoluciones; son los cuerpos. Y los cuerpos están delante de las pantallas".

Aunque compartan su filosofía, Tiqqun y el Comité Invisible nunca se conformaron con la crítica radical en la que podíamos situar a Foucault y Deleuze. De un modo virulento el Comité Invisible sigue proponiendo en Ahora (Pepitas de calabaza, 2017) una subversión total de nuestros hábitos de vida; un vertiginoso viraje destructivo, pero también afirmativo.

“La mentira es rechazar algunas de las cosas que vemos y rechazar verlas como las vemos. La verdadera mentira son todas las pantallas, todas las imágenes, todas las explicaciones que interponemos entre nosotros y el mundo”.

Acusados de sectarios y elitistas por unos, de cómplices del terrorismo por otros, cuando no de estetas pijos de la insurrección, desde La comunidad que viene y A nuestros amigos el Comité Invisible se ha convertido en un referente vergonzante de la izquierda radical. No es fácil vivir con ellos, puesto que su descarnada percepción del mundo nos convierte a nosotros en cómplices del sistema y desborda también la perspectiva habitual de crítica y transformación; pero tampoco podemos ya vivir fácilmente sin ellos, puesto que han conseguido elaborar una literatura política que hechiza por la ferocidad de sus análisis. La filosofía del Comité Invisible no encarna solo otra concepción de lo político, cargada con iluminaciones que algunos no han dudado en calificar de mesiánicas, sino también la propuesta de vivir de otro modo, de habitar de manera radicalmente distinta esta fragmentación del mundo. De lo que se trata, nos dice Ahora, es de llenar el vacío que la democracia mantiene entre los átomos individuales por medio de una atención mutua de unos a otros, a través incluso de un amor inédito a lo quede de espectro común en esta precariedad de los vínculos tradicionales. El problema es sustituir el régimen esperanzado de la crítica, y la jaula de la elección continua, por un régimen de verdad, de apertura sensible a lo que está ahí. Desde estos presupuestos, es normal que el Comité Invisible continúe fustigando la ilusión progresista de una "democracia directa" a través de unos nuevos medios que, de hecho, nos han convertido en nudos de una red que nos agota con un impulso constante hacia el mañana.

"Abrirse al mundo es abrirse a su presencia aquí y ahora. Cada fragmento es portador de una posibilidad de perfección propia. Si el mundo debe ser salvado, será en cada uno de sus fragmentos. La totalidad solo puede gestionarse”.