sábado, 14 de febrero de 2015

Panfleto para seguir viviendo- 16/02 a las 19:30 h.

Hermano yonqui muerto, exnovia trepa, padre con pasado sindicalista en derrota, madre con la vida embargada…
Y entre ellos: tipo anónimo, un ordenanza de instituto que pasa costo mientras lee a Jack London y sueña con montar una carpintería y fabricar trineos. Podrían ser los personajes de una mala novela, con todo contado desde afuera. Con benevolencia y algo de técnica. Sin carne. Sin suciedad. Sin sangre.
Pero no. Esto no es una novela. Esto mancha. Que los curiosos den media vuelta. Aquí no hay condones, ni medias tintas. Esto es un panfleto, una arenga. Un banderín de enganche «para seguir viviendo». «Este libro es una promesa que haréis o no haréis cuando lleguéis al final. Si os da la gana de llegar». Una promesa que incluye fuego y bidones de gasolina. Para quemarlo todo. Para organizarnos y hacer que el edificio arda hasta sus cimientos.
«Diréis que he venido a contaros lo de siempre, la guerra de pocos contra muchos. Pero ¿por qué ganan los pocos?, ¿por qué pierden los muchos?, ¿por qué seguimos en la oscuridad? No es tan fácil. El resplandor de unos coches ardiendo dura unas horas. Y hay que pensar qué pasa luego. Prepararse».
No sabemos nada concreto sobre Fernando Díaz. Ese nombre es un pseudónimo y todo lo que de él podemos deducir es lo que aparece en este libro: una edad (tenía 13 años al caer la URSS), una clase social (baja, trabajadora), un tipo de barrio (periferia pobre madrileña), fracasos en la educación reglada, pasión lectora, trapicheos varios con drogas y miles de curros donde afianzar las nociones básicas de la explotación capitalista. Fernando Díaz milita en grupo político revolucionario.

«Supongo que no se trata de la belleza (…) Supongo que por eso no soy escritor y esto no es una novela, ya lo dije. Es un juramento que haréis o no haréis. Empiezo por lo poco que tenemos, sé que si venís será más lo que tengamos, pero no puedo deciros exactamente cuánto más».